La Estupidez Humana, abandono o porfiada permanencia
Leopoldo Sánchez Grunert
Se discute desde hace mucho sobre si los países deben buscar el crecimiento o el desarrollo para alcanzar un nivel de prosperidad equitativo .Pero las opiniones están siempre divididas. Si por esas cosas raras, un extraterrestre pudiera observar en un foro a esas voces engoladas defendiendo una u otra de las visiones, diría que la discusión es más bien sobre la estupidez humana, ya que de lo que se trata es sobre la estupidez de este sistema económico y social que nos domina como si el planeta fuera infinito. Un simple ejemplo: La estupidez del gasto en transporte, no solo porque la estructura es muy ineficiente del punto de vista energético al basarse principalmente en el petróleo, (un recurso no renovable y altamente contaminante) sino porque dada la ineficiencia de los circuitos, despilfarra el recurso tiempo, en la vida de los humanos .Si fuéramos capaces de organizar mejor nuestras ciudades tardaríamos mucho menos en trasladarnos de un lugar a otro y nuestro trabajo y productividad serían mucho más eficientes y la contaminación ambiental mucho menor.
Pero este supuesto extraterrestre habría podido reconocer algo positivo en estos debates. Habría observado que, a pesar de ser socialmente estúpido, el ser humano es capaz de percibir su estupidez y eso es una prueba de inteligencia .Cuando uno es capaz de darse cuenta de que es estúpido no significa que ya descubrió el camino hacia la inteligencia, pero, ya inició el camino. Este extraterrestre pensaría que estos humanos aquí reunidos están en el punto de partida para convertirse en seres inteligentes.
El ciclo consumo-producción-destrucción, además de provocar el ensanchamiento de la brecha social, la expansión del consumo de buena parte de la población, da lugar a la acelerada degradación de los recursos naturales que sustentan la vida en el planeta tanto por destrucción en muchos casos irreversible del mismo como por la creciente contaminación del aire, del agua y del suelo, tanto por agentes químicos como biológicos.
Resulta de una claridad palmaria, que el derroche, el desperdicio constituye una aberración de nuestras sociedades.
La agricultura moderna, altamente intensiva en capital, no solo utiliza grandes cantidades de energía de origen fósil, también de pesticidas, fertilizantes y otros insumos químicos, y también se va consumiendo grandes cantidades del recurso suelo y agua.
La destrucción del bosque nativo para incorporar esos suelos a la agricultura y obtener combustible, (leña) están provocando irreversibles daños ambientales que hacen cada vez más lejano el ya utópico concepto de sustentabilidad ambiental.
El escritor Don Marquis hace ya más de medio siglo, en un libro de poemas para niños ,escribió Archy y Mehitabel ,donde Archy es una cucaracha que dialoga con el dueño de casa,(que es un humano) de nombre Mehitabel y le cuenta lo que ha escuchado de las hormigas acerca de la “civilización humana” ,y una de las estrofas dice:
“Querido jefe: Estaba conversando con una hormiga el otro día y me trasmitió las comidillas que las hormigas en el mundo entero están diciendo:
No pasará mucho tiempo, mucho tiempo, el hombre está transformando la tierra en desiertos.
No pasará mucho tiempo hasta que el hombre la haya usado completamente de modo que no puedan subsistir en ella sino hormigas, ciempiés y escorpiones.
El hombre nos ha oprimido durante millones de años, pero continúa sin cesar cavando la tierra bajo sus propios pies haciendo desiertos, desiertos, desiertos.
Todo lo que el hombre llama civilización resulta siempre en desiertos.
El hombre nunca cuadra sus cuentas. Usa toda la abundancia y el verde de la tierra.
Cada generación gasta un poco más del futuro con codicia y deseo de riquezas.
El norte de Africa fue una vez jardín y entonces vinieron Cartago y Roma y desvalijaron la despensa y ahora está el Sahara, hormigas y ciempiés.
Los toltecas y los aztecas fueron poderosas civilizaciones en América pero abusaron del suelo y agotaron la naturaleza y ahora desiertos, escorpiones, hormigas y ciempiés”
Igual que Isaac Newton desveló las leyes del movimiento que hacen que los planetas giren en sus órbitas, que los satélites no caigan sobre nuestras cabezas y que las manzanas caigan siempre hacia el suelo, el profesor de la Universidad de California Carlo Cipolla ha descubierto cómo los estúpidos se mueven por todas las esferas sociales, arruinan los mejores planes y perjudican a sus semejantes sin obtener nada a cambio. No recibirá un Nobel por ello, pero sus leyes son vitales para el futuro de la humanidad. (del libro Allegro ma non troppo de Carlo Cipolla)
En resumen, después de estas líneas, parecería que está claro que el diagnostico de nuestra situación como “civilización” se enfrenta cada vez a mayores problemas, y también está claro que conocemos las causas y al menos parte de las soluciones, pero nuestra estupidez, aún crónica, impide aplicarlas y al parecer lo seguirá impidiendo.