Que la Felicidad sea un derecho Constitucional

Pablo Ríos Ciaffaroni

Abogado

Una de las principales búsquedas del ser humano en la vida es la Felicidad. En una época de cambio profundos en lo paradigmas predominantes, hablar de felicidad como un derecho humano, no resulta tan lejano e inalcanzable.

Para algunas personas hablar de “felicidad” es caer en un subjetivismo difícil de medir y cuantificar, bajo los postulados de la ciencia imperante; sin embargo, han existido algunos indicadores como el del World Happines Report, el cual mide los niveles de felicidad de 156 países alrededor del mundo, logrando Chile el año 2019 el puesto como la nación más feliz de Sudamérica, y el puesto 26 a nivel mundial.

No obstante, en marzo del año 2020 Chile cayó 13 puntos en el Ranking Mundial de la Felicidad, siendo desplazado por Uruguay como la nación más Feliz de Sudamérica, ocupando este país el puesto 26 en la clasificación que elabora la ONU.

Por su parte a nivel mundial Finlandia lideró por tercera vez consecutiva el primer lugar, Dinamarca se mantuvo en el segundo y Suiza alcanzó el tercer puesto.

Ciertamente en menos de un año Chile y el mundo cambió, y si este tipo de reportes vuelven a formularse, los resultados seguirán siendo sorprendentes para nosotros.

Tanto la pandemia por la cual atravesamos, como las demandas aún latentes de la crisis social del 18 de octubre han cambiado sustancialmente los sueños y proyectos de los habitantes de nuestro país. 

Existe hoy en día un consenso social y político en que la actual Constitución Política de 1980, aquella que fue promulgada e impuesta bajo el régimen del general Augusto Pinochet, no es compatible con las demandas y sueños del Chile actual.

 Asimismo, la falta de legitimidad de origen democrático de dicha Constitución, más las movilizaciones sociales por lo cual atraviesa nuestro país en el último tiempo, han generado el escenario propicio y la oportunidad histórica, para generar el cambio y reemplazo anhelado de dicho cuerpo normativo supremo.   

Esta oportunidad que nos brinda la historia nos permitirá reflexionar el futuro y devenir de nuestra República desde una mirada ontológica y axiológica y desde este lugar, volver a la búsqueda del sentido de la vida, y la importancia de la felicidad en el devenir humano.

¿Y si consagramos en la nueva constitución el derecho a la felicidad?

A la vista de la experiencia comparada, no resulta una utopía tan lejana, ya desde el año 2012 la Asamblea General de la ONU decretó en la resolución 66/281 la búsqueda de la felicidad como: “un objetivo humano fundamental” e invita a los Estados miembros a promover políticas públicas que incluyan la importancia de la felicidad y el bienestar en su apuesta por el desarrollo.

Dicha resolución fue iniciada por Bután; país budista ubicado en la cordillera del Himalaya, el cual desde principios de la década de 1970 ha creado una fórmula alternativa para medir la prosperidad, el FIB (Felicidad Interna Bruta), indicador que mide la calidad de vida usando parámetros como los psicológicos, sociológicos, medio ambientales y holísticos con los cuales mide el nivel de felicidad de sus habitantes.

Pero muchos años antes, en Estados Unidos en la “Declaración de Derechos del Pueblo de Virginia” en el año 1776 enuncia la búsqueda y la obtención de la Felicidad, como un derecho esencial, en el proceso de liberación de las colonias, la felicidad jugaba un rol relevante.

Así también en la primera Constitución escrita de la historia de Francia en el año 1791, consagra la importancia de la “felicidad de todos”.

Por su parte la Constitución de Japón del 3 de noviembre de 1946, la felicidad se encuentra recogida como un “derecho inherente de la sociedad”.

Por su parte la Constitución de la República Islámica de Irán del año 1979 en su artículo 154 consigna que.  “El fin de la República Islámica es la felicidad del ser humano en todo el conjunto de la comunidad humana reconociendo que la independencia, la libertad, y un gobierno justo y verdadero son derecho de todos los pueblos”.

La Constitución de Corea del año 1987 en su preámbulo señala el objetivo de “elevar la calidad de vida de todos los ciudadanos” y la meta de “garantizar la seguridad, libertad y felicidad”.

Así las cosas la felicidad no resulta ser una aspiración tan solo filosófica, sino que un Derecho Humano inalienable a la existencia de las personas y los países, por ello estamos ante una posibilidad histórica de consagrar un nuevo estándar normativo y determinante en nuestra nueva Constitución, que nos permita irradiar con fuerza normativa y reconocimiento legal el derecho de toda persona y habitante de Chile de ser Feliz.

No perdamos esta oportunidad!!!

La Verdad, Herramienta de Perfectibilidad y Justicia.

La Verdad, un tema bastante complejo pues todos los seres humanos tienen su propia versión de ella cuando se relaciona con un determinado hecho sea este religioso, político, educativo, de justicia o de cualquier otra índole; sea este de carácter personal o de carácter grupal. 

No hablaremos de la verdad desde el punto de vista psicológico pues visto desde la perspectiva de esta ciencia, se entra en un terreno en donde la definición de verdad está relacionada con lo relativo de ella.

Es importante hablar de la Verdad como un tema que abarca el camino de la perfección del ser humano; conocerla implica descubrir y obtener el criterio justo de cualquier proceso que interfiera en el estado del hombre como ente racional tanto en forma interna como externa.

Como seres humanos perfectibles nuestra meta es avanzar día a día hacia este objetivo, pero para conseguirlo se hace necesario preparar nuestro interior, nuestro éter o Yo.

Así como somos perfectibles también hemos sido y somos entes racionales llenos de errores que consumen la esencia pura y perfecta con la cual fuimos creados y que por influencias del medio en general, fue poco a poco desvirtuándose y apartándose del camino recto y correcto; entonces para lograr un paso más, debemos inicialmente “purificarnos” ingresando en nuestros más recónditos pensamientos de manera de analizar nuestra forma de pensar y de actuar. Difícil tarea pues llega un momento en que debemos ser jueces y parte de nosotros mismos y más aún, debemos dictarnos sentencia la cual es aún más dura de cumplir pues significa un cambio radical en nuestras vidas.

Cuando hayamos logrado vencer el obstáculo del auto análisis de forma y manera rigurosa poco a poco nos adentraremos en el mundo interno en donde paulatinamente comenzaremos a apreciar – con debilidad al principio  y yendo en aumentando cada vez más – la verdad pura, la verdad en su absoluta esencia, la cual servirá de comparativo a nuestros actos los cuales si bien es cierto que pueden ser escritos, auditivos o de acto, son todos producto de nuestros pensamientos y análisis basados en el poder de razonamiento del hombre, dado por la inteligencia que el posee. 

Cuando realmente hayamos conseguido en forma objetiva lograr apreciar la verdad en su real dimensión, nuestro quehacer diario, nuestra forma de actuar generará un cambio radical el cual hará raíces en nuestras vidas para nunca más volver atrás. Se nos despertara la real conciencia a tal punto que claramente podremos apreciar actos que van en contra de la lógica verdadera que guía nuestros actos; darán inicio el florecimiento y aplicación de las virtudes, considerando dentro de ellas LA JUSTICIA. Seremos capaces de apreciar con equidad los actos que sean desarrolladlos no solo por nosotros, sino que también por los demás. Aplicaremos la justa medida a todo y ahí, en ese momento, comenzaremos nuestro trabajo real que no es más que el generar un cambio paulatino y progresivo en la sociedad a través de nuestro ejemplo que no será más que nuestro JUSTO comportamiento basado siempre en la verdad.

Concluido lo anterior podemos establecer como un hecho, que la VERDAD es la cuna desde donde particularmente avanzamos hacia la perfección y desde donde se yergue una nueva sociedad; armónica, justa, tolerante, virtuosa y por sobre todo fraternal.

Sin verdad no hay ciencias pues ellas se basan en hechos reales y concretos, sin embargo, para llegar a ella es necesario investigar, analizar, razonar y concluir, es decir; nada es ni nada seríamos si la verdad no primara, lamentablemente día a día vemos como nosotros – el género inteligente de las criaturas vivas – vamos dejando de lado y quitando progresivamente la importancia al descubrimiento y práctica de la verdad.

¿Cuál es el destino que nos espera si no le damos importancia esto?, puede ser hasta la destrucción o transformación de los principios morales lo que implica un cambio total y radical en la especie pensante pasando a constituir una forma de vida desconocida carente de virtudes, de justicia, de fraternidad y por sobre todas las cosas una forma de vida distinta para lo cual fuimos creados.

Debemos permanentemente buscarla, descubrirla, pensarla y aplicarla no solo en nuestras vidas, sino que también predicándola, mostrándola y dando ejemplo a todos quienes nos rodean de manera que se sepa que sin ella poco queda para ser llamados “Seres Humanos”

Código Masónico

«Adora al Gran Arquitecto del Universo».
«El verdadero culto que se da al Gran Arquitecto, consiste principalmente en las buenas obras».
Ten siempre tu alma en un estado puro para parecer dignamente delante de tu conciencia».
«Ama a tu prójimo como a ti mismo».
«No hagas mal para esperar bien».
«Estima a los buenos, ama a los débiles, huye de los malos, pero no odies a nadie».
«No lisonjees a tu hermano, pues es una traición; si tu hermano te lisonjea teme que te corrompa».
«Escucha siempre la voz de tu conciencia».
«Sé el padre de los pobres, cada suspiro que tu dureza les arranque, es una maldición que caerá sobre tu cabeza».
«Respeta al viajero nacional o extranjero; ayúdale: su persona es sagrada para ti».
«Evita las querellas, prevé los insultos, deja que la razón quede siempre de tu lado».
« Parte con el hambriento tu pan, y a los pobres y peregrinos meteles en tu casa, cuando vieses el desnudo cúbrelo y no desprecies tu carne en la suya ».
«No seas ligero en airarte, porque la ira reposa en el seno del necio».
«Detesta la avaricia, porque quien ama las riquezas ningún fruto sacará de ellas, y esto es también vanidad».
«Huye de los impíos porque su casa será arrasada; mas las tiendas de los justos florecerán ».
«En la senda del honor y de la justicia está la vida; mas el camino extraviado conduce a la muerte».
«El corazón de los sabios está donde se practica la virtud, y el corazón de los necios donde se festeja la vanidad».
«Respeta a las mujeres, no abuses nunca de su debilidad y mucho menos pienses en deshonrarlas».
«Si tienes un hijo regocíjate; pero tiembla del depósito que se te confía. Haz que hasta los diez años te tema; hasta los veinte te ame; y hasta la muerte te respete. Hasta los diez años sé su maestro; hasta los veinte su padre y hasta la muerte su amigo».
«Piensa en darle buenos principios antes que buenas maneras; que te deba rectitud esclarecida y no frívola elegancia. Haz un hombre honesto antes que un hombre hábíl».
«Si te avergüenzas de tu destino, tienes orgullo; piensa que aquél ni te honra ni te degrada; el modo con que cumplas te hará uno u otro».
«Lee y aprovecha, ve e imita, reflexiona y trabaja, ocúpate siempre del bien de tus hermanos y trabajarás para ti mismo».
«Conténtate de todo, con todo y por todo».
«No juzgues ligeramente las acciones de los hombres; no reproches y menos alabes; antes procura sondear bien los corazones para apreciar sus obras».
«Sé entre los profanos libre sin licencia, grande sin orgullo, humilde sin bajeza; y entre los hermanos firme sin ser tenaz, severo sin ser inflexible y sumiso sin ser servil».
«Habla moderadamente con los grandes, prudentemente con los iguales, sinceramente con tus amigos, dulcemente con los pequeños y eternamente con los pobres».
«Justo y valeroso defenderás al oprimido, protegerás la inocencia, sin reparar en nada de los servicios que prestares».
«Exacto apreciador de los hombres y de las cosas, no atenderás más que al mérito personal, sean cuales fueren el rango, el estado y la fortuna».
«El día que se generalicen estas máximas entre los hombres, la especie humana será feliz, y la masonería habrá terminado su tarea y cantado su himno regenerador».

Giordano Bruno. El místico visionario

Por Samuel Benavides Herrera

Hace 420 años, un 17 de febrero del año 1600, tuvo lugar en Roma un acontecimiento que daría pie al librepensamiento. En el “Campo dei Fiori”, cientos de personas se reunirían para ver morir en la hoguera a Giordano Bruno, hombre religioso de la Orden de los Domínicos, por orden de la “Santa Inquisición”.

Su nombre de bautismo fue Filippo Bruno, el cual a los 15 años cambiaría a Giordano. Escribía poesía, piezas de teatro, filosofía y teología. Nacido en Nola, Nápoles, en 1548, fue llevado a la hoguera tras haber “desafiado a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana” por exponer sus ideas sobre la Tierra y su posición en el Universo.

Se sabe que la sentencia de muerte la impuso el Papa Clemente VIII días antes de la quema pública dando la opción a Bruno de renunciar a sus ideas y arrepentirse. Bruno decidió morir llevando consigo sus propuestas, mientras ardía en la hoguera cuentan, volteó la cara para rechazar un crucifijo que le pusieron enfrente.

Giordano inició sus ideas en 1575, cuando comenzó a leer los textos prohibidos del filósofo holandés Erasmo de Róterdam, uno de muchos actos que contribuyeron a su muerte en la hoguera.

Contestatario, heterodoxo y actualmente considerado un baluarte del librepensamiento, tuvo una particular manera de entender la teología, lo cual causó malestar entre la comunidad religiosa (de la cual según los historiadores no se sentía aceptado). Se sabe que sus problemas comenzaron tres años después de haber sido ordenado Cura. Pasando por varios conventos dominicos, lo acusaron de hereje, abandonó la Orden, y fue excomulgado.

Se convirtió al calvinismo, pero sus ideas críticas y re interpretativas hicieron que fuera encarcelado.

Giordano estuvo en París, Londres y Oxford, en estos lugares se dedicó a escribir y publicar obras de teología, acrecentando su fama y también sus detractores. Reforzó sus ideas científicas con escritos sobre la “teoría de Copérnico y el Sistema Solar” 

Bruno no solo conocía y apoyaba la teoría de que el sol era el centro del universo, sino que iba mucho más allá. Tenía la idea de que el universo era infinito, que no tenía un único centro y estaba lleno, según él, de mundos habitados como el nuestro. También decía que además de Saturno, había otros planetas que giraban alrededor del Sol como detalla en su obra “De Umbris Idearum” lo cual fue demostrado en formas sucesivas desde finales del Siglo XIX.

A diferencia de Copérnico, Giordano no basaba sus teorías en datos y demostraciones científicas, sino en creencias religiosas, un preámbulo de las formas en la que la Inquisición atacaría a G. Galilei tiempo más tarde.

En 1586 tuvo que huir de París después de escribir unos artículos insultando a los funcionarios y miembros de la Iglesia y reafirmando sus ideas. Huyó a Alemania y los luteranos también lo expulsaron. Después de 15 años volvió a Italia y tras la excusa del noble Giovanni Mocenigo (quien solicito de Bruno ser su Profesor) fue entregado a la Inquisición Veneciana.

A pesar de explicar que sus predicaciones eran filosóficas y no religiosas, el “Santo Oficio” decidió que su único destino sería la hoguera.

Algunos historiadores sitúan que el enfrentamiento con la Iglesia tenía que ver sobre todo con una lucha política entre la Iglesia católica o reformista de carácter conservador, y la burguesía; esa fue la principal razón para la persecución de la inquisición por un lado y la cárcel por otro.

Giordano Bruno puede considerarse como un predicador y un científico pero no en el sentido estricto de la palabra. Estaba muy informado y tenía conocimientos astronómicos muy avanzados para la época, mezclaba los conocimientos con sus creencias y después hacía especulaciones sin ninguna base científica actual, aunque antes no era así. Muchos como Newton, eran astrólogos que consideraban teorías de las ciencias ocultas como la alquimia. Bruno fue un “místico visionario” que apoyó teorías que solo serían comprobadas siglos más tarde.