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Hombres de luz, oscuridad, mundo actual, sociedad sin luz, etc., son formas de decir y nombrar el estado del ser humano como es en la actualidad y la diferencia del mismo después de haber sido acreedor de las herramientas que lo dotan para poder ver y apreciar la esencia del ser humano pudiendo corregir sus defectos de manera tal de poder servir a si mismo y a la sociedad en general para encaminar su rumbo por la senda correcta.
El ser humano fue creado con condiciones de divinidad en donde el libre albedrío le da la potestad y por ende la capacidad de poder elegir el camino entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad.
Pero antes de entrar de lleno en el tema que nos atañe debemos clarificar y/o definir el concepto “LUZ”, palabra que acompaña al título del tema que está en desarrollo.
Todo ser racional sabe que la verdad es la que nos entrega el poder del entendimiento sobre temas, actos, hechos naturales y hasta algunos tildados de sobre naturales sin embargo con el avance progresivo de la humanidad, la verdad en si ha ido desapareciendo al punto de solo quedar reflejada en lo que corresponde a la jurisprudencia la cual si analizamos detenidamente podremos descubrir que también fue afectada siendo cubierta, opacada y/o hasta subordinada a los intereses particulares desviando de esta manera la aplicación correcta de las sentencias emitidas en función del concepto básico de las leyes que es “dar lo justo a quien corresponda”.
Cuando hablamos de “luz”, nos referimos a la búsqueda constante de la verdad en su estado puro a sabiendas que cuando efectivamente la poseemos nuestros análisis, juicios, y actuar cambian radicalmente pues la visión que se adquiere es absolutamente acorde a los conceptos que involucran el desarrollo de una sociedad armónica.
Esta verdad conocida como luz, alguna vez brilló a todos los hombres
Las condiciones históricas del desarrollo llevaron a la humanidad a desarrollarse de acuerdo con los intereses particulares de algunos individuos quienes velaron por imponer su propia verdad y puntos de vista subordinados a sus propias necesidades que como regla general, persiguen el poder y el enriquecimiento, dejando de lado y despreocupándose en lo absoluto de la necesidad real del hombre, aquella que se relaciona con la vivencia y desarrollo de la sociedad toda en función de vivir en armonía, tolerancia, justicia, caridad y fraternidad.
Para lograr esto era necesariamente imperioso dedicarse al incesante estudio y análisis de manera tal que fuera posible encontrar la verdad única e invariable sin embargo a lo comentado con anterioridad; esta forma de lograr el desarrollo armónico de la sociedad fue ocultándose poco a poco hasta que el hombre perdió la capacidad de búsqueda entrando en el olvido de los deberes del hombre hacia si mismo, todo esto debido a la influencia dogmática que algunos impulsaron sobre todos los demás convirtiendo de esta manera al hombre, en esclavo de sus intereses los cuales con el pasar del tiempo se fueron asentando como verdades irrefutables constituyéndose posteriormente en dogmas que aún perduran y sobre los cuales se han construido instituciones que dicen representar al hombre y trabajar por el bien de él y la consecución de su felicidad.
Del momento que nace esta imposición de voluntades particulares restringiendo las necesidades generales de la sociedad, el hombre como tal entró en la oscuridad y comenzó lenta e inexorablemente a tapar la luz, la chispa que podía guiar al ser humano y a la sociedad en general por el buen camino.
Debido a esta situación es que se formó una especie de persecución en contra de aquellos pocos que no se dejaron intimidar por los intereses mezquinos, que seguían batallando en contra del ocultamiento de la luz necesaria para el crecimiento espiritual del hombre y de la sociedad en general. Ocultaron la verdad en su amplio espectro y la forma de llegar a ellas.
Es por esta razón que quienes decidieron luchar por la libertad del hombre, optaron por ocultar la verdad bajo la forma de símbolos de manera que aquellos mensajes y conocimientos fueran el legado para las generaciones futuras que pudieran descifrarlos, entenderlos y practicarlos.
Debido a las persecuciones que sufrieron estas personas, (pudiendo encontrárseles en todos los medios, tipos y formas de sociedades), fueron objeto del menoscabo, del desprecio y la denigración e incluso muchos perdieron la vida. Así y todo, su legado perdura y lo hará hasta el final de los tiempos, sirviendo de ejemplo y guía para el perfeccionamiento espiritual del hombre.
Estos hombres que sufrieron, descubrieron, vieron y promulgaron la luz sin más que su propia preparación y a contrafuerza de todos quienes le rodeaban; por tanto, son dignos ejemplos no solo de imitar, sino que seguir.
Hoy, si bien es cierto que se sigue persiguiendo a este tipo de personas, existe mayor posibilidad de trabajar en función de conseguir una sociedad más justa sin embargo se hace cada vez más difícil pues la sociedad se encuentra muy influenciada por las actividades de orden material que día a día profundizan aún más la caverna oscura en donde está sumido el hombre y su capacidad racional de ver la realidad de la transformación negativa y paulatina de la sociedad en general.
Pocos son los hombres que cumplen con el perfil para ser rescatados de esta caverna y convertirlos en portadores del cambio.
Estos hombres probos, elegidos no al azar deben pasar por un periodo de auto perfeccionamiento en donde lo primordial es desatar las cadenas y librarse de los pesos que los encuentran impedidos de salir por sus medios de esa oscura caverna que los tiene prisioneros.
Deberán prepararse de tal modo y manera que toda aquella influencia negativa caiga a sus pies y puedan poco a poco comenzar a ver el tenue brillo de su real forma.
Cuando aquello ocurre estas personas comienzan su camino en búsqueda de la verdad sin disfraces, la verdad en su contexto más puro.
Esto implica ver la real esencia de ella y la transformación que le ha dado el hombre en función de su particular necesidad llamada de otra manera mezquindad. Cuando comienza a brillar la luz de la verdad, ese hombre que la ve y recibe nunca más retrocederá y será el mismo.
Necesitará practicarla y darla a conocer realizando esta acción a través del ejemplo constante en función de sus enseñanzas y guía de los demás, por el camino que siempre debe haber sido.
En ese momento, este hombre se habrá convertido en un ser de luz, un hombre de luz, pues la verdad es la luz que ilumina el camino de la justicia de la tolerancia de la fraternidad, de la libertad y de todas las virtudes que, olvidadas en el tiempo, convirtieron al hombre en lo que hoy día es, un ser que prioriza lo material y no a la esencia del hombre interno.
Entonces podemos concluir que los hombres de luz existen, son reales y trabajan a diario en función de crear una sociedad consciente de la necesidad de vivir y desarrollarse de acuerdo con los principios normales y materiales para el que fue creado.
Por tanto, debemos trabajar incesantemente para que la luz que irradiemos sea cada vez más fuerte de manera de ser un faro en la oscuridad del mundo profano y cuando seamos llamados a decorar el universo, lo hagamos en paz con la misión cumplida siendo recordados por nuestras obras enalteciendo nuestra orden, precursora y formadora de los hombres de luz.
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